Irma Cordero, Betty Saénz, Lucha Fuentes, Pilancho Jiménez, Norma Velarde, Ana María Ramírez, Ana Cecilia Carrillo y Olga Asato pertenecen a la generación que Akira preparó para ganar a los grandes equipos como Brasil y Japón. Pilancho Jiménez lo recuerda así: “Era todo un señor. Bien caballero, nunca lo escuchamos hablar lisuras y mucho menos alzar la voz. Cuando se molestaba sólo decía -usted estar castigada- y esto significaba dos horas más de trabajo”.
“Siempre usó un tono paternal con nosotras, sabía exigir y hacerse respetar sin usar la fuerza”, contó alguna vez Norma Velarde.
“Ustedes ser jugadoras de vóley no reinas”. Con estas palabras Akira prohibió que las voleybolistas entrenaran maquilladas y con peinados.

Por primera vez nuestras matadoras ganaron al poderoso equipo brasileño en su cancha por 3 sets a 1.
Ese mismo año el equipo peruano ocuparía el segundo lugar en los Panamericanos de Winnipeg y el cuarto puesto en el mundial de Tokio. En 1968, Perú obtendría el cuarto puesto en las Olimpiadas de México. Con Akira Kato se inició una etapa de éxito para el deporte de la net alta. En muchos barrios del país miles de jovencitas soñaban con formar parte de la selección. El paciente japonés forjó una generación de deportistas de lujo, capaz de entregar el alma en la cancha.
Fuente: El Comercio
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